“Desde tiempos remotos llamábale Gréndel
la gente del reino; nada ninguno
del padre sabía, tampoco si a otros
la vida les dio. Ambos habitan
ocultas loberas, riscos al viento,
un hosco fangal donde un río se vierte
cayendo del monte y al pie de las rocas
se hunde en la tierra. No lejos de aquí,
si por millas se mide, se encuentra la charca;
un bosque nevado sobre ella se inclina,
sus ramas colgantes, el lago ensombrecen.
Hay allá cada noche espantoso portento:
foguean las aguas. ¡No existe en el mundo
tan sabio varón que su fondo conozca!”
Traducción de Luis Larate
Las aguas y las tierras del Paso de la Ballena están repletas de criaturas malvadas e infames. Muchas se esconden en el Gran Bosque. Otras merodean por las lindes de las granjas, esperando atrapar al ganado incauto. Pero, aunque no dudaría a la hora de exterminarlas, tales criaturas no son el objetivo del héroe.
El héroe se enfrenta a Monstruos. A Monstruos con M mayúscula.
En este mundo hay males capaces de poner en jaque a un pueblo entero. De arrasar las salas de hidromiel sin que sus guerreros tengan posibilidad de detenerlos. De convertir en eriales tierras enteras. De destrozar los cuerpos y las almas de la gente. Ya seas un seguidor de las Viejas Costumbres o un fiel de la Iglesia, sabes que los Monstruos han venido para destruir el mundo.
Algunos proceden de la leyenda, otros han surgido del inframundo, los hay que son directamente la progenie de Caín. Un Monstruo es tan poderoso que derrotarlo es toda una gesta, incluso para el más veterano de los héroes. Son duros como montañas, malvadamente astutos y letales en el combate. Las espadas y las hachas no suponen peligro para ellos. Las flechas rebotan contra sus pieles duras como el hierro…
¿Qué hacer entonces? Buscar a alguien que puede medirse de tú a tú con el Monstruo. Un héroe hábil en la batalla y astuto de mente, rápido de pies y diestro con la lanza. Habrá que averiguar qué es el monstruo, investigar entre las gentes del lugar, recorrer lugares desolados en busca de sus orígenes y debilidades, reunir todo aquello que pueda suponer una ayuda cuando llegue la hora final.
Y cuando esa hora llegue, seréis dos: el Monstruo y tú.